domingo, 26 de julio de 2009

Pronósticos de Marx

El matemático Girolamo Cardano (1501-1576), quien presumía de ser un gran astrólogo, para demostrar ese conocimiento, predice el día de su muerte, y se suicida para cumplir con el pronóstico. Esta historia cómica y trágica a la vez, ha sido similar a la que le tocó vivir a gran parte de la humanidad durante el siglo XX.

El economista Karl Marx predice la “inevitable” llegada del comunismo, en todo el planeta, y para cumplir con ese pronóstico, fomenta las revoluciones, crea conflictos y se convierte en el principal ideólogo del odio y la violencia.

La ciencia tiene por objetivo descubrir leyes verificables en el presente, y que, en caso de ser acertadas, es posible que permitan predecir hechos futuros, o nuevas leyes. Pero la ciencia no tiene como objetivo predecir hechos individuales como el suicidio de una persona o el triunfo del marxismo a nivel planetario.

Si bien no se le puede exigir a ninguna teoría sociológica que sea tan acertada como para predecir con éxito el futuro, al menos se le debe exigir que describa los verdaderos vínculos entre causas y efectos que se producen en toda sociedad. Sin embargo, la ideología de Marx establece las “causas sociales” que llevarán a las sociedades a la violencia y a la revolución, encaminadas hacia el cumplimiento del “inevitable triunfo del comunismo”.

Este gran absurdo, ha dominado el pensamiento de muchos países y ha costado decenas de millones de víctimas inocentes. La falsedad de su método puede sintetizarse en su expresión: “Hasta ahora los filósofos han explicado el mundo, desde ahora debemos transformarlo”. Al mundo podemos cambiarlo si previamente hemos encontrado leyes naturales evidentes, o verificables, de lo contrario se establece el gobierno del hombre sobre el hombre, o el predominio de la voluntad de Marx sobre toda la humanidad.

Ante el gran sufrimiento que produjo el odio marxista, se lo ha dejado de lado en la mayoría de los países que alguna vez fueron engañados por el absurdo. Sin embargo, aún hoy vemos en los libros de sociología el nombre de quien usó un disfraz científico para engañar a los menos precavidos. Ya es hora que, en la historia, ocupe el lugar que le corresponde.

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