Ante la amenaza potencial que se cierne sobre Sudamérica, debida a los preparativos de Hugo Chávez y sus aliados, una gran parte de Sudamérica rechaza, quizás por ser una herejía contra el socialismo, la natural y legítima defensa que deriva de un mínimo de patriotismo que debería surgir en estas circunstancias.
Esto lo vemos en el caso argentino, en donde gran parte de la población considera ilegítima la defensa del país llevada a cabo por las Fuerzas Armadas ante el embate de tropas “socialistas” en la década de los setenta. Incluso existe cierta idolatría por el Che Guevara, líder de aquél movimiento que se proponía la universalidad socialista. Simplemente se sigue el “mandamiento ético” de Lenín: “Moral es lo que favorece el advenimiento del comunismo; inmoral lo contrario”, por lo cual “inmoral” es tratar de defenderse de ese advenimiento.
Esto también lo vemos en nuestros días cuando se reclama contra Colombia por haberse aliado militarmente con los EEUU. La actitud colombiana es “inmoral” porque el triunfo del socialismo es más importante que la libertad y la dignidad nacional. De igual forma, se considera que es “moral” el comportamiento de los guerrilleros de las FARC, y de otros grupos terroristas, ya que sólo cuentan los fines y no los medios utilizados en la lucha.
Hugo Chávez y sus aliados tienen el derecho y el deber de impulsar el socialismo en toda la América Latina, pero los países en cuestión no tienen ni siquiera el derecho a la defensa. La religión socialista parece hacer prevalecer sus sagrados principios, al menos para una gran parte de los pobladores del continente.
Los locos también matan
Por Carlos Alberto Montaner
Hugo Chávez construirá 20 bases militares en Bolivia. Las bases estarán situadas en las cinco fronteras que dispone el país: Chile, Perú, Paraguay, Argentina y Brasil. Esas instalaciones quedarán bajo el control de militares venezolanos y cubanos en complicidad con soldados bolivianos. Seguramente los cubanos tendrán pasaporte e identidad de Venezuela. No es tan fácil distinguirlos. Son parecidos hasta en las virtudes y defectos.
El costo de los nuevos armamentos venezolanos ascenderá a 30.000 millones de dólares. Venezuela se ha convertido en el primer comprador internacional de armas y equipos militares.
El plan recoge un viejo sueño y una antigua concepción estratégica de Fidel Castro y Che Guevara: convertir a Bolivia, situada en el corazón de América Latina, en el bastión subversivo de Sudamérica, Esa convicción le costó la vida al Che en 1967. Es un país desde el que se puede desestabilizar toda la región andina alentando los conflictos étnicos. Es un país, pronto con bases adecuadas, desde donde podrán operar los nuevos aviones de combate adquiridos por Chávez a Rusia. Supongo que los chilenos, primer blanco en la mirilla del militar venezolano dispuesto a “bañarse en el mar bolivariano”, habrán tomado nota del enorme peligro que a medio plazo se cierne sobre ellos.
Y Chávez, de acuerdo con Evo Morales, se propone seducir y reclutar a los bolivianos para su aventura revolucionaria mediante un gigantesco plan asistencialista que incluye tratamientos médicos, alfabetización y abundante comida. Está seguro de que esa ayuda masiva demolerá cualquier suspicacia nacionalista. Ya es una figura muy apreciada por las masas bolivianas y lo será más aún en el futuro. Bolivia es el país más pobre del continente.
Varios cientos de millones de dólares convenientemente repartidos, calcula Chávez, pueden lograr el milagro de desatar la adhesión entusiasta de los más necesitados y la complicidad de los grupos radicales, a la causa de la conquista redentora de América Latina para el socialismo del siglo XXI.
Lo que estamos contemplando es la consecuencia de una cierta visión delirante de la historia y de la realidad política planetaria. Hace meses, en diciembre pasado, lo explicó en Caracas el canciller cubano Felipe Pérez Roque y el mundo cometió la imbecilidad de no prestarle atención.
Fidel Castro y Hugo Chávez, que son dos personajes absolutamente mesiánicos, sin vestigios de prudencia ni sentido del límite, llegaron a la conclusión de que el marxismo había revivido tras la debacle que hace quince años puso fin a la URSS y a sus satélites europeos. De donde derivaban la sagrada misión que ambos asumían con la responsabilidad y el entusiasmo de los cruzados: Caracas y La Habana llevarían sobre sus hombros la tarea de redimir a la humanidad cobardemente abandonada por Moscú.
Ese es el espeluznante cuadro que tenemos ante nuestros ojos: Caracas, La Habana, y ahora La Paz, son el nuevo Moscú, madre y padre del socialismo mundial.
Y la tarea que se han asignado comienza por la conquista revolucionaria de Sudamérica y la instalación en todas estas naciones de gobiernos afines que colaboran en la batalla final contra “el Imperialismo”. ¿Cuál es esa batalla?. Obviamente, poner de rodillas a EEUU y a sus despreciables acólicos europeos.
Terminar para siempre con la explotación inicua del tercer mundo mediante la creación de una grandiosa civilización colectivista e igualitaria que reinará eternamente para la gloria de la humanidad.
Sería un inmenso error descartar este proyecto de conquista sólo porque se trata de la descabellada locura de unos personajes que no tomaron Prozac a tiempo. El Tercer Reich de los nazis no era menos loco o absurdo y le costó al planeta cuarenta millones de muertos y el monstruoso holocausto.
Cuba es una empobrecida isla del Tercer Mundo, hambreada y sin esperanzas, lo que no le impidió a su gobierno participar en exitosos golpes de Estado en Madagascar y en Yemen, o que sus tropas pelearan durante quince años en sangrientas guerras africanas, tanto en Angola como en Etiopía.
Chávez, con los petrodólares, el auxilio y la dirección de los cubanos, expertos y fogueados, está construyendo el mayor ejército de habla hispana. Un millón doscientos mil hombres que tendrán a su disposición la más destructiva fuerza aérea de toda Sudamérica.
Cuando este aparato esté engrasado no vacilará en utilizarlo, como sucedió con las fuerzas armadas cubanas. Una vez que el órgano esté disponible, inevitablemente se pondrá en funcionamiento. No importa que Chávez esté loco. Los locos también matan.
martes, 8 de septiembre de 2009
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